Al fin y al cabo estamos y existimos para un sólo fin, la única y sempiterna razón de alimentar nuestro ego, tan alejado de la justicia, la humildad y la virtud, pero tan cerca de la anhelada libertad, soltar las cadenas que nos condenan al yugo del prejuicio, pero a su vez la jaula limítrofe entre la cordura y la locura, la armadura oxidada de nuestra dualidad, la batalla perdida que nunca cesa y que contra pronósticos adversos nos mantiene de pie, crueles y desalmados frente a nosotros mismos, con yelmo y escudo frente a los demás; así somos de incongruentes, pero astutos y fortuitos, que ante lo desconocido sólo deseamos respuestas, voluntarias, sin preguntar.
Cuanta razón tienes, cielo, el ego, sin motivo aparente, es la cloaca de un nuestra desdicha.
Abrazote🌞
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¡Muchas gracias! Nada más verdugo que el ego. Saludos desde Venezuela.
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muy interesante tu pensamiento, gracias por compartir
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