-PARA EL DÍA DE TU SANTO, AL QUE TANTO TEMO.-

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En la página 364 del “2016”, minutos antes del alba, bajo un cielo estrellado, con temperatura de narices frías, cual flecha inesperada en el talón, me topé contigo, con un par de líneas encantadoras en el Libro de Visitas que me motivaron a seguir escribiendo; esta Montaña Rusa de mi vida, de mi historia irreverente, de mi paso en este plano, que aseguro NO será fugaz ni aburrido, porque contra todo pronóstico me sigo sorprendiendo y haciendo caso a mi profeta Benedetti, permanezco incólume defendiendo la alegría, y así, con un corcho en el bolsillo y un par de labios tintos color Diablo Carmenere, terminé el año sonriendo; Él se fue y tú llegaste, repartiendo sin escatimo de tu piel todo el chocolate, y tus grandes trozos de bondad, directos al horno repleto de leña mojada de mi corazón ¡No te importó la humedad! Te quedaste… a besar mis manos frías, y a buscarle juego a mi mirada que delata historias que no quiero recordar, acomodaste tus 70 kilos en mi tálamo, huérfano hasta entonces ¡No hubo miedo! Lo hiciste… Abrí mis ojos y ahí estabas, y como bien lo dicen, “no se trata de dormir con alguien, sino de despertar a su lado” elongar el cuerpo con un bostezo que irremediablemente rompe el silencio que los pajaritos con su himno matutino no se atrevieron, y tropezar con un rostro, no conformado por huesos, piel, ni barba, sino de alma, mucha alma; y así, recordar ocupado el lado derecho de la cama; esconder los envoltorios de los caramelos que durante la noche comí de contrabando, sonreír y con los buenos días, anunciar el café.

Y como todo lo que presume ser longevo, es retador y requiere paciencia, entonces estamos lejos ¡A kilómetros! trazados con una “puntilínea” imaginaria que se encarga de hacernos extrañar, y al igual que todos los escenarios desde que te conocí, este también es nuevo, y da miedo, pero es un temor de esos que hace revolotear las crisálidas que piden a gritos ser mariposas, y yo las dejo, en el más profundo sentido de libertad; porque nunca he adoptado credo de ninguna iglesia pero tengo fe, fe en ti y en tus melodías que erizan mi sistema límbico y me hacen sentir viva.

He entendido que la cercanía no se trata de tocarte y que me toques, o que nos toquen la puerta al mediodía para abandonar nuestro lecho, tampoco tiene que ver con los postres al caer la tarde, ni la pizza de los Domingos, mucho menos con la película de estreno en primera fila, ni las calles que nos ven caminando por sus aceras con las manos enlazadas, ni la luna que nos alumbra embelesada, ni las estrellas moviéndose inquietas cuando intentamos contarlas; sí bien el amor se libra cuerpo a cuerpo y las palabras suenan mejor cuando besas los labios que las emanan, lo que nos hace cercanos, lo que une a dos almas, “Querido Desconocido “ son las ganas.

Y son las ganas las que me apabullan, las ganas de ser la certeza, la mirada, el silencio, el suspiro, el verbo, el pensamiento: los tuyos; la confianza, la entrega, la intuición, las libres mariposas: las mías; el deseo, el destino, las estaciones, el perdón, el recorrido, los gemidos, las sonrisas, las lágrimas, la felicidad, el sempiterno café, las velas, los olores y también los sabores, la humildad, el norte compartido, el baño de burbujas, el fondo de la botella, y ahora si la luna, pero desvelada, la mano sostenida, el sol poniente cada mañana, los nuestros.

Esperemos, dextrógiro a dextrógiro, esperemos.
#AnDiOrIRREVERENTE

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